Recuerdo el dĂa que se abriĂ³ el cielo,
para desvelarme lo que mis ojos,
guardaban bajo el ardiente hielo.
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Recuerdo el estruendo en la estanterĂa,
de inmortales diccionarios de dudas,
bajo las cenizas de la melancolĂa,
de las eternas palabras mudas.
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Me convertĂ en extranjera de mi corazĂ³n,
cuando me resolvĂa en lĂ¡grimas eternas,
surcando los Ă¡ngulos de la resignaciĂ³n.
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Te regalé las medidas exactas de mi piel,
abrazando la frĂa esquirla del secreto,
cubriendo mi Ă¡spero espĂritu de hiel,
ocultando mi latido incompleto.
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El universo siguiĂ³ rotando,
pero mi cuerpo ya sin mĂ,
en partĂculas se fue evaporando.
Esplendido querida Alba…
Cuanto dolor en hermosas palabras convertidas.