Desabitada nevera,
medio morrón,
una cebolla deshidratada,
un zucchini arrugado,
una manteca por la mitad,
un litro de leche vencido,
una ketchup y una mayonesa con una viscosidad envidiable,
tres huérfanos huevos,
una manzana que tiene más de un mes,
una bolsa que no quiero saber a quién oculta
y dos papas negras.
¿Sabías que hay miles de especies de papas?
Y yo solo tengo una.
Alguna vez un viejo me dijo
que nada en el mundo llena a la heladera
y tiene razón,
vive en esa eterna insatisfacción
de capitalizar un vacío,
de hacer chirriar las tripas contraídas
porque el hambre no es suficiente,
la insuficiencia es el oficio pertinente
para sobrevivir entretenidamente
consumado en una búsquedad de una felicidad impalpable.
¿Qué puedo hacer con esos ingredientes?
¿Un revoltillo? ¿Aderezar a mi soledad?
¿O la nevera quiere decirme algo?
No sé ¿Un teorema, una idea o la receta sencilla
para acabar con el hambre?
¡Ahí está el gato!
Tiene un fetiche científico
y quiere comprobar la teoría
de Schrödinger
– no sé cómo se dice –
metiéndose en esa caja fría,
para ver si queda vivo o muerto
simultáneamente.
Al menos alguien en esta casa tiene un propósito.
Aquí dejo esta perfecta postal,
de una deshabitada nevera,
un gato científico
y un poeta con hambre…
Debería cambiar de profesión
y meterme en la heladera,
que el gato escriba comprobando la teoría.
Se cierra el telón
Simón J. Correa T.
@simon13_c