Caía la tarde cuando de pronto y sin permiso te colaste tiernamente hasta lo más profundo de mi vida.
Sin permiso te adueñaste de mi corazón y eres el protagonista de mis sueños más hermosos.
Desde aquélla vez, tu mirada y tu dulce sonrisa, sin permiso me paralizarían por siempre.
Tu llegada me robó el corazón y la razón sin previo aviso, sin permiso, sin esperar, sin anticipo.
Esta noche, te concedo permiso para quedarte para siempre por el resto de mis días.
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