Más de una vez te vi pasar, tu mirada sin querer evadía, mas no esperaba la sorpresa que el destino me depararía.
Al atardecer del noveno mes, poco antes del ocaso del verano, descubrí que de ti irremediablemente me había enamorado.
Me tendiste la mano, mientras me aferraba a ella, unías en un dos por tres las ilusiones hechas pedazos.
Cada letra de tu nombre, lleva implícita la guarida a la que puedo llegar sin dudar si se presenta la adversidad.
Desde aquella vez, le agradezco infinitamente al universo que en mi vida estés en primera fila.