Diecinueve

Pasaron diecinueve amaneceres de septiembre cuando repentinamente, tu sonrisa me atrapó por siempre.

Ni siquiera te buscaba, pero casi en el ocaso del verano, por primera vez nuestros sentidos se cruzaron.

Diecinueve noches transcurrieron para descubrir que gracias a ti, aún en la adversidad, sobran motivos para sonreír.

En el decimonoveno atardecer, caí rendida ante la profundidad de tu tierna mirada que desde entonces me tiene enamorada.

Cuando cayeron 19 hojas de un mes entre agosto y octubre, los dos caminamos de la mano hacia un nuevo mundo.

 

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