Antes de toparme contigo, me acompañaba una nube gris que llenaste de color con tu tierna mirada.
El verano agonizaba, pero las estrellas del firmamento tuvieron un brillo diferente cuando llegaste aquélla tarde de lluvia.
Cuando llegaste, mi mundo cambio su rutinario rumbo por uno lleno de sorpresas cada amanecer.
La ilusión regresó justo cuando llegaste, no se volverá a marchar porque las penas se van cada vez que pronuncio tu nombre.
Cuando llegaste, sin dudar, te abrí la puerta de mi corazón para por no cerrarla nunca más.