Todo era caos y confusión en esta zona de desastre, hasta que inesperadamente apareciste.
Mi roto corazón estaba en las profundidades de la zona de desastre, pero tú lo rescataste y uno a uno uniste los pedazos.
En la zona de desastre, el sol volvió a brillar cuando intercambiamos sonrisas y nuestras miradas se fundieron.
De tu mano y sin dudar, la zona de desastre quedó atrás para perderme al fin en la inmensidad de tus brazos.
Ya no hay más zona de desastre porque desde hace varios amaneceres, llegaste para traer paz.