Interminables se hacen las tardes,
si son acompañadas, de voraz algarabía.
Cuando los versos sepultan,
entierran las ilusiones y se despiden.
La música que por la ventana llega,
sale de una crujiente madera,
al ser arrastrada, con dificultad,
en el interior de rítmicos corazones.
Cómo pesa la nostalgia en las almas,
al querer zafarse de la lluvia de lágrimas,
con los que nos inundan los recuerdos.
Damián Morcillo 28 de abril de 2020
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