La luciérnaga de la ventana

María tiene miedo de dormir porque al cerrar los ojos, llegan los temibles monstruos nocturnos que secuestran la dulzura de sus sueños.

Noche a noche, presa de su temor, María buscaba sin éxito toda clase de remedios, fórmulas y hasta experimentos para permanecer despierta.

Una noche de estrellas y cansada de fracasar intento tras intento, María volteó súbitamente a la ventana y encontró una visita muy especial.

A la ventana de María había llegado Lucine, una luciérnaga dispuesta a velar los sueños de su nueva amiga.

“¡Hola, María!” “Me llamo Lucine” “Desde hace varias noches te he observado y me he dado cuenta que no quieres dormir” dijo la luciérnaga.

“¡Hola, Luciernaguita”! “No quiero dormir porque siempre vienen a visitarme unos monstruos que no me dejan dormir y me hacen soñar cosas horribles” “Por eso he intentado de todo para evitar cerrar los ojos”

“Querida amiga, antes de dormir trata de pensar en cosas bonitas, en todo lo lindo que te pasó durante el día, o trae a tu mente algún recuerdo bonito” propuso Lucine.

“¿Si hago lo que sugieres ya no vendrán los monstruos a molestarme?” preguntó intrigada María.

“Ya verás que ni siquiera se acercarán, querida María” aseguró Lucine. “A propósito, ¿Sabes por qué han fracasado todos tus intentos por mantenerte despierta?” preguntó curiosa la luciérnaga de la ventana.

“No lo sé, amiguita” “Seguro algo estoy haciendo mal y ya estoy harta, me da muchísima rabia que nada me funcione” confesó María.

“Justo por eso fracasan tus intentos y los monstruos vienen a verte cada noche” “Ellos se fortalecen cuando las personas se van a la cama enojados, tristes o con algún sentimiento feo” expresó Lucine.

“Entonces, antes de ir a la cama trataré de hacer a un lado cualquier cosa que provoque que los monstruos se presenten en mis sueños, pero ¿Qué hago si de todas formas llegan los monstruos?” preguntó intrigada María.

“No te preocupes, querida, yo estaré en la ventana cuidando tus sueños, pero tienes que prometerme que harás a un lado todo lo que te ponga triste o enojada antes de dormir” propuso la luciérnaga.

“Puedes escribir, dibujar, cantar, bailar o ver algún programa de televisión para despejar tu mente y prepararla para soñar” sugirió la nueva mejor amiga de María. 

“Te prometo que lo haré, Lucine, pero no dejes de venir a visitarme de vez en cuando, quiero ser tu amiga para siempre” suplicó María.

“Todos los días estaré aquí, amiguita” “Solo espera que llegue la noche y en tu ventana me vas a encontrar”

María puso en práctica las sugerencias de Lucine, los monstruos se marcharon por arte de magia y jamás los volvieron a ver.

Cada anochecer, María saluda alegremente a la bella luciérnaga de la ventana, quien vela sus sueños como un centinela.  

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