Madurar.

El río de la opulencia baña su ensenada,
mientras largas sotanas abducen pecados;
dichosos los que entendieron que en esta liturgia
somos nosotros los juzgados.

Mientras más pasa el tiempo se acrecenta el imperio
donde el rito dictamina la moral,
oxidadas tradiciones de estatuas veneradas,
recaudar con los pobres ya es algo normal.

Al rezar mucho el mundo será un lugar mejor,
a eso le llaman vocación,
la muerte y el hambre seguirán azotando,
¡levanta ingenuo tus rodillas! hoy comienza la revolución.

Si tan solo entendieramos que nos basta con necesitar
al que tenemos al lado, el si nos va a ayudar;
basta de clérigos, sermones, miedo y dominación,
el mito quedó en el pasado, hay que madurar.
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