Parecía imposible, pero al fin, el día menos, esperado, la razón y el corazón llegaron a un acuerdo.
Antes, se enfrascaron en una batalla campal sin aparente final, ambos, luchaban por tener la verdad en las manos.
La razón decía que no debía fijar la mirada, mucho menos los sentimientos, en aquel héroe que pedía entrar a mi vida; la razón le tenía pánico a la desilusión.
Mientras tanto, el corazón, aseguraba que el héroe con apariencia de príncipe, se clavaría en mi alma por siempre, pues no había nada que temer.
Al cabo de unos minutos, el corazón y la razón estrecharon su mano, y tú, caminas a mi lado desde entones.