Hoy por fin estás aquí y tendré el valor de confesarte lo que siento por ti desde hace tanto tiempo.
Tiernamente tomaste mi mano, al oído me susurraste que entre sueños más de un beso me robaste.
En la dulzura de tu mirada me perdí, poco a poco nuestras almas se volvieron una y tocamos el paraíso con las yemas de los dedos.
Desde la ventana contemplamos la llegada del alba, me pediste que me quede en cada capítulo de tu vida.
Hoy, sin despertar quiero por siempre estar para no despegarme jamás del calor de la inmensidad de tus brazos.