Una fría madrugada, septiembre y febrero decidieron por nosotros, determinaron que el momento había llegado.
Tú no te atrevías a dar el primer paso por temor al desdén y yo me obligaba a callar por esta absurda timidez.
Septiembre y febrero decidieron por nosotros cuando me perdí en la profundidad de tu insomne mirada y tú te aferraste a mi mano por siempre.
Las palabras una a una sobraron cuando nuestras almas se fusionaron, mientras septiembre y febrero atónitos miraron.
Juntos e incondicionales recorremos este mundo de lado a lado, septiembre y febrero son nuestros fieles aliados.