Érase una vez un libro

Hace tiempo llegó al mundo el libro impreso, su temática era diversa, algunos tenían ilustraciones, otros solo texto.

El libro permitía que la gente echara a volar su imaginación y así viajar a lugares increíbles y crear las características de los personajes de cada historia.

De pronto, y al paso de los años, al libro impreso se agregaron el audiolibro y el libro electrónico también conocido como eBook.

Un día, desde un rincón, se escuchaban sollozos, el audiolibro y el libro electrónico se acercaron para averiguar.

“Amigo impreso” “¿eres tú?” preguntó intrigado el libro electrónico. “Si algo te ocurre, estamos aquí para ayudarte” agregó.

“Si nos cuentas lo que te tiene tan triste, quizá podamos encontrar una solución a tu problema” “Vamos, sal de tu escondite, amigo mío” agregó el audiolibro.

“¡Ay, amigos” “Les contaré lo que me pasa, pero, no se enojen conmigo, por favor” respondió entre lágrimas el libro impreso.

“¡Claro que no!” exclamaron al unisono los fieles amigos del libro impreso. “Recuerda que juntos somos mejores y más fuertes”

“Verán, desde hace tiempo me he dado cuenta que la humanidad se ha olvidado de mí, ya no me aprecian como antes, no sé si hice algo malo sin querer”

“Siento que me han hecho a un lado porque prefieren en sus vidas un libro electrónico o un audiolibro y yo he quedado relegado”

“No, no es un reclamo, ni quiero que piensen que siento celos o envidia. ¡al contrario! me da mucho gusto que ustedes se integren a la vida de la gente, pero a mí nadie me quiere” explicó el afligido libro mientras rompía en llanto.

“No llores, amigo” “Los tres tenemos características distintas, pero todos tenemos un mismo fin” afirmó el libro electrónico.

“Gracias a la tecnología, hay personas que me buscan y disfrutan cada tema e historia que les ofrezco, pero a mí me gustaría saber lo que siente una persona cuando huele tus páginas cuando te acaban de comprar o buscan sin cesar la primera edición impresa de alguna obra”

El audiolibro se sentó junto al libro impreso, le dio un fuerte abrazo y mientras sostenía su pasta le confesó:

“Querido amigo, a mí me encanta estar presente en los oídos de la gente que no puede tener la vista fija, no sabe leer o le cuesta trabajo por algún padecimiento, pero a mí me gustaría andar de aquí para allá y que me cuiden como a un tesoro”

“Oigan, nunca me había puesto a pensar a profundidad en nuestras cualidades” “Sí, somos diferentes, pero los tres somos importantes para los humanos” dijo mucho más tranquilo el libro impreso.

Los tres amigos se fundieron en un abrazo y prometieron que siempre estarían dispuestos a llegar a cada rincón del universo.

El libro impreso brincaba de emoción porque en algún lugar del mundo ya lo esperaban con alegría.

Más de una persona tendría un día a día mucho más llevadero y alegre gracias al audiolibro.

Todas las generaciones del mundo tendrían en el libro electrónico a un fiel e inseparable aliado.

El libro impreso nunca volvió a sentirse desplazado.

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