Entre la arena y el mar nuestros labios se sellaron por primera vez mientras atónito miraba el sol de las tres.
Jamás imaginé que un día por fin me armaría de valor y frente a frente te confesaría lo que por tanto tiempo callé, mientras nos cobijaba el sol de las tres.
Tomaste tiernamente mi mano, con el sol de las tres de por medio, me dijiste que de mi te habías enamorado, mas por temor al desden, guardaste silencio.
¿Cómo olvidar que acompañado del sol de las tres, trozo a trozo uniste los despojos de un corazón hecho pedazos?
Eres tú, ese héroe que a mi vida envió el sol de las tres para ahuyentar de ella la adversidad para toda la eternidad.