Y hoy…

En la jungla del WiFi y el asfalto frío,
donde el ego es rey y el corazón es rocío.
Humanos en pantallas, sin alma palpable,
viviendo la vida de manera descartable.

En la era del like, donde la empatía se esconde,
se disfraza la verdad, mientras la realidad se esconde.
Selfies y poses, la esencia se desvanece,
en un mundo de hashtags, donde la autenticidad perece.

El humano moderno, esclavo del feed,
persiguiendo likes, aunque sea por necesidad.
En el vaivén de la fama efímera y virtual,
olvidamos lo esencial, lo que es verdad.

En el abismo del scroll infinito,
se pierde el sentido, todo es tan bonito.
Pero detrás de la pantalla, la vacuidad persiste,
una vida superficial, donde la esencia se viste.

Somos emojis sin emociones reales,
corazones huecos, risas artificiales.
En este circo digital, somos payasos sin razón,
persiguiendo la felicidad, pero ¿dónde está la conexión?

En el rincón cínico de la era moderna,
la ironía se ríe, mientras la verdad se eterniza.
Humanos vacíos, en un mundo superficial,
donde la autenticidad es solo un ideal.

Así bailamos en la pista del vacío,
entre filtros y poses, perdemos el albedrío.
En el holograma de la existencia sin sentido,
el humano moderno se pierde, indefenso y perdido.

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