¿Por qué cuando hablamos de sentimientos, emociones y reacciones, lo asociamos al corazón?, ¿Qué relación hay entre el corazón y los sentimientos, o mejor dicho, las emociones?
El corazón, literalmente es el musculo que nunca se detiene, que tiene la capacidad de bombear sangre útil al cuerpo y que finalmente lo mantiene vivo, con oxígeno, y nutrientes que hacen saludable al cuerpo. Literalmente es el musculo de la vida, el que hace sentir vivo al cuerpo, el que permite la sensación de libertad, de autonomía, de fuerza y de voluntad.
Que pasa cuando el corazón siente? Quizás sea una pregunta metafórica, pero en realidad pasa. Pensamos en el corazón como el lugar donde nacen los sentimientos, donde se construyen las emociones y donde se cultiva al amor. El corazón, aparte de mantener vivo el cuerpo, también inyecta vida al espíritu, a ese impulsor de actuar, en base a la ilusión, a la alegría y a la sensación de sentir vida emocional con alguien. El corazón tiene la capacidad de recibir y dar, de moldear una idea y de construir una ilusión. El corazón es la fuente de vida del alma, el que abre el camino al desafío y genera valentía en la aflicción. A través del corazón, sentimos los motivos para estar vivos, para disfrutar de los detalles más pequeños y de las situaciones más rutinarias, es el corazón el que nos hace apasionados, entregados y sensibles en todo sentido. El corazón es el tesoro más grande que podamos tener como seres vivos, porque nos hace únicos en este mundo. El corazón es un reflector que tiene una luz fuerte y segura, y que busca no desvanecerse, sino integrarse con otra luz que lo reciba y lo haga brillante y sostenible.
¿Por qué el corazón deja de brillar? ¿Por qué se opaca la luz?, ¿Por qué no logramos conectarlo para que siga brillando?
Cuando el corazón siente, hay que dejarlo brillar, hay darle la oportunidad que se desenvuelva y que se exprese con autenticidad. Hay que cuidarlo de las malas experiencias y de los argumentos sociales, de los formalismos tradicionales y de la prisión del que dirán.
No comparto la idea que las cosas pasan solo una vez, me niego a creer que en este camino llamado vida, solo hay una oportunidad para tocar el cielo, y que después de ello, aunque te esfuerces no se volverá a sentir lo mismo, porque el corazón nunca deja de creer. El corazón siempre cree, siempre confía y siempre se ilusiona.
Pensar que el corazón no siente, es opacar su luz, golpear su sensibilidad y reprimir los sentimientos y emociones, es golpear la vida y la salud emocional. La inmadurez es la principal causa que golpea el corazón, y lo asfixia, a tal punto que lo hace sentir en agonía.
A través de la luz del corazón, brillamos como personas, rejuvenecemos de la piel y sonreímos con pasión, es el corazón que nos hace sentir vivos y motivados a enfrentar los desafíos que día a día se presentan, y es el corazón el que nos hace sentir la paz y la claridad de mente para expresarnos y dar mensajes de vida y entusiasmo a quienes nos rodean.
Un abrazo, un beso, escuchar, sonreír, llorar, amar, son vitaminas para el corazón. Que lo nutren y lo mantienen vivo. Hablar con el corazón, es hacerlo brillar intensamente, hasta que conecte con su luz ideal para que sea sostenible y admirable, como admirables seremos como personas.