Qué inteligente la luna, que solo muestra su lado más bello. Tan hipócrita y tan honesta a la vez, me mira solo de reojo y parece que se ríe de mí. En la oscuridad profunda alcanzo a ver dos estrellas rojas, intermitentes y rápidas y me doy cuenta que a varios pies de aquí unas cuantas personas viajan en el tiempo. Yo solo viajo en mi cabeza, es como viajar en el tiempo. De pronto se vuelve tan real que despierto de mi trance con ganas de jugar a las escondidas, o pronosticando mi vida más de lo que quiero, no me gusta hacer planes.
El silencio de la ciudad por la noche no me tranquiliza, me pone nervioso y mi ansiedad automedicada empieza a renacer en mi pecho, necesito ver carros, necesito ver perros callejeros, vagabundos. No quiero música quiero ruido, y es en ese ruido en el que me encuentro con ella, se muestra ante mí una figura abstracta, oscura. Mi mente le da forma de humano, pero no tiene forma, y es el problema conmigo, por más que veo nubes deformes no paro de ver lo que quiero en el cielo. Pero esto no es igual, esto es nuevo.
Diría que tiene una silueta femenina pero solo estaría cayendo de nuevo en las ideas de mi cabeza, escucho la voz de mi madre desde la oscuridad, se escucha asustada y agitada pero no quiero asustarme. Sé que es un sueño o un monólogo nuevo que viene otra vez a mi dentro de la noche fría así que con los oídos atentos escucho:
Hijo, ayúdame, me he estado muriendo, sé que estás para mí, sé que no dejarás a tu vieja madre seguir sufriendo Un nudo en mi estómago comienza a sacudirse, no podré estar de pie tanto tiempo, no me podré resistir a doblarme ante esta arma.
Hace ya un tiempo te he estado viendo, sé que no he estado para ti en esos momentos, sé que sabes de qué hablo, cuando te sentiste solo, cuando pudiste tenerme a mí y yo te ignoré de todos modos, no vengo a pedir ayuda, vengo a que me perdones, ya que te abandoné en distintas ocasiones.
Madre, no te necesité, nacemos con habilidades que jamás podré entender, si no estuviste ahí fue por razones entendibles, el dinero no lo es todo, pero es imprescindible, tu trabajo, tu sudor, tu tiempo y tus corajes, son formas de amor que no entendía hasta aquel martes… Tu mamá se fue y se llevó nuestros recuerdos, tanto le faltaba por perder, pero así es esto, qué le hacemos a la muerte si vamos a terminar con ella, solo queda vivir bien y esperar a que nos quiera. Puedes irte en paz, no me debes nada, voy a perdonarte porque quiero que te vayas, hazte una rutina como siempre lo quisiste, sigue trabajando y yo jamás estaré triste. Siempre te gustó mantenerte ocupada… No te necesito, aquí no pasa casi nada.
Veo la figura irse y en la esquina da la vuelta para perderse entre las farolas apagadas y botes de basura viejos. El nudo se va deshaciendo y puedo ver que de un carro se baja un señor robusto y camina hacia mi ventana.