A pesar de mis dobleces, de esos que no se quitan ni con el vapor de la plancha, soy feliz. Vivo y viviré pensando en que lo que viví fue nada más que una batería que se fue agotando. Ahora no me queda nada más que sentarme un poco y pensar… Pienso en el infinito como en algo que pasó ayer, será porque soy uno más entre tantos números o tal vez porque el infinito que sigue será mucho más grande.
Todavía me queda olor, no he perdido la cordura y me juro que recuerdo todo… Pero no es así, no me acuerdo de algunos ángeles, pero sí de todos los demonios que me dañaron.
Mis experiencias no son nada, yo no soy nadie, y tampoco soy todo.
Soy una persona que voló, corrió y nadó por toda una lectura de acción, que se ahogó en luz y que pudo flotar en la penuria… Soy el barco, así como el náufrago.
Fui la tierra que vio crecer a sus hijos.
Pero no sé qué seré, busco en mis adentros y no tengo certeza de nada. Lo único que tengo son mis huesos cansados de tanto dar explicaciones que ya no quieren hablar, ya solo se quejan.
Yo no me quejo
Yo solo muero