He soplado una llama de fuego pidiendo un deseo.
Vida, te lo ruego, no tomes mi deseo como juego.
Mi amor es ciego.
En mis sueños navego.
He pedido un deseo que anhelo.
Tan solo pensarlo me lleva hasta el cielo.
Pero de no cumplirse caería a el suelo.
Y cada noche me desvelo, buscando en mi arte consuelo.
Qué hermosa manera de vivir un duelo.
Un solo deseo anhelo.
He pedido un deseo mirando las estrellas, que plasman en el cielo sus huellas.
Me responden con señas.
Pido mi deseo apagando las velas.
He pedido este deseo cada noche, incluso fingiendo que canto en el coche.
He pedido este deseo en un templo, se ha vuelto un nuevo pasatiempo.
He pedido este deseo en cada amanecer.
¿Qué más podría pedir? Si mi deseo me ha hecho volver a nacer.
De este deseo a Dios voy a convencer, no me importa si así he de envejecer.
Por este deseo, siempre habría de agradecer.
He pedido un deseo a mis difuntos (quizá sea mi deseo lo que entre vida y muerte les mantiene juntos).
He pedido mi deseo en este escrito, que quede plasmado en el infinito.
Lo repito y repito (como un niño) hasta que lo escuche Diosito.
Un deseo tengo, un deseo muy bonito.
Un solo deseo necesito.
Un deseo tengo grabado en mi corazón, y lo hace latir con justa razón.
Un deseo les pido, desde lo más profundo, a todos los Dioses que existen en el mundo.
No importa si tarda más de un segundo.
Un deseo pido mirando mi ventana.
Un deseo le pido a cada alma cercana y lejana.
Un deseo tengo, un solo deseo.
Un deseo pido, a mi estrella mediana.