hacia el abismo
detrás de las montañas;
donde la encarnada,
roja y dorada
fuente de luz,
del amanecer abajo
abajo, cada vez más abajo,
irisa las escuálidas nubes
solitarias en un cielo
primero negro y poco a poco
cambiante,
azul oscuro y blanco grisáceo luego.
Hacia el nuevo día, ir cayendo
hacia el incendio que dora
la cumbre de las más altas montañas
atrás, y delante del abismo
del sol del primer día
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