Y al fin pasó

Te veía allí sentada,

estabas sola, leyendo, pensando,

y yo te miraba,

tu cuerpo, tu piel, tus ojos, tu sonrisa,

te amaba cada vez más, cada día más

y pasaba el tiempo viéndote, soñándote.

 

 

Siempre supe que te quería

pero no me animaba a decírtelo,

sentía que estabas más allá de mi alcance,

cuanto más cerca de ti estaba

más alejado me sentía,

ya que de mi amor por ti nadie sabía.

 

Tus ojitos de cristal

tus labios rubí, tu piel de algodón,

tu pelo dorado

tu forma de mirar al cielo cada tanto

te veía irte y recoger una flor de un jardín

y volver al otro día cada vez mas hermosa

 

Cada día que pasaba más te amaba

hasta que al fin comprendí que estabas allí,

y era demasiado casual que yo también,

todos los días, mismos lugares y horas.

 

Así me acerqué a ti, ese día,

temblando,

imaginando el rechazo,

te vi a los ojos, me derretí,

y cuando intenté balbucear una palabra

te oí que me decías:

“al fin te animaste”.

 

 

Qué pena que los sentimientos más fuertes,

puros y hermosos, sean los más difíciles de expresar

 

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