No voy en ningún lado, tengo “inutil” por estado mental. Soy buscado para no guardarme en el cansancio. Soy torpe, un crack del hueso y pasando por la inercia del cardumen nunca he pensado ni he dicho lo fácil que es matarse y pegarse al cielo invisible para regurgitar garabatos idiotas que decoren la magna cumbre.
Oida pero la tierra que sepa de mi. Oida pero lamento, sin parecerlo a mi sombra, nada que ver que haya visto. Herido de la herida, lumbre sin fuego, zona esquiva. de plano de ensambles pulidos y certera espina. Pero no entiendo saber de este cemento en el acorde abierto.
No entiendo, ¿tu mirada se arruina ahogada en su propia mía?¿Se fuerza de lamento y oído, la noche y el día, reptan? ¿Se buscan en el círculo de la sangre una señal presente o un eco que a todo lo roce? Soy mio, mio como la misma noche y mío como el control disperso del mío como el desencuentro de la sombra hirviendo. Repto. Si, es cierto que soy animal carnívoro empapado en brillante veneno, y si, es cierto que bajo la lluvia de tu cara descansaría, afilado el descenso a tu templo, de carne de hambre y arma del viento.
¿Pero de qué sirve esta locura, decime, si no puedo seguirla todos los días, todas las noches y cada minuto tanteado en el ritmo?¿De qué sirve pensar en todo lo inútil si yo quiero romperme y conmigo el cielo y toda la superficie celeste abrazada al caos quebrado y llover como me llora la furia vaciado del hambre hundido y la espera larga que ansía más otra más de nuestras bocas?
No me sirve. Nada sirve. Si lo que tengo es una vida infiel y un amor que no sabe ser. Tengo una piel que desgarra fagositandose y fisuras mordidas de sexo y perfume frenetico y un olvido de humedecidos agujeros que levantan los bosques crecidos en esta maquina de dolor y movimiento.
No. Todo se puede y nada al mismo tiempo. Tanto la guerra como la calma del mar, todo un mismo y un solo aliento. ¿Qué hay dónde esperar, cuál es qué ves acá? ¿Hay hilos que pendulen los cuerpos? Hay vacío como un hambre diurna y una angustia nocturna acechada. Hay vacío y un brazo endurecido y el fruto abierto.
Esta vez el ritmo desvanece. La piel cae de arder. Hierve una laguna de tu máquina de morir y se dislocan partes oxidadas, invertebrados ojos como planetas que estallan en luz, por favor, luz.